Ella se sentó a mi costado,
con su perfume a silvestre frutas,
su cuerpo cálido de niña hermosa,
pude sentirla suave y vaporosa.
Tierna y cándida en su mirada,
me miraba a intervalos y con disimulo,
se sonrojó y me regaló una sonrisa,
mientras yo escribía mi ultimo poema.
Voltee para mirarla,
ella se estaba seria,
disimulando una sonrisa,
y un rubor en sus mejillas.
Así callada como estaba
ella parecía que decía:
regálame un verso hermoso
si es que tú eres un poeta,
regálame un verso hermoso
y te regalare un beso.
Se detuvo el colectivo,
bajó ella y se fue nerviosa
con sus pasos casi tropezando,
fingiendo no haberme visto.
Paco Cóndor Inche
Palmawasi - Perú
04-12- 2017
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